Cuidadores de la Madre Tierra.
Los Pueblos Indios, de su convivir con la naturaleza han aprendido por milenios su ser. De ahí su dejo de silvestre frescura. De ahí sus cosmovisiones comunitarias en las que todo labora para la vida. De ahí su alegría al reencontrarse perpetuamente en sus fiestas. De ahí su resistencia secular brotada de su esperanza recreando el proyecto de vida suyo, el del Dios. De ahí también su discordancia con un individualismo invasor que no deja de empobrecerlos. Se diría que han tomado su imagen de los vivientes pequeños, de las mariposas migrantes, por decir. Frágiles y resistentes, libres y comunitarios, despojados de los bosques y la naturaleza que les permiten sobrevivir, guiados por un congénito saber que beben en las fiestas y rehacen en las asambleas de sus consensos, un saber que les marca los rumbos, que da sentido a su dolor y su alegría, a sus riquezas y carencias, a su esfuerzo en su esperanza. Como las mariposas migrantes saben que su vida, entreverada con la del mundo y el universo en una sola, se les ha encomendado para cuidarla, para perpetuarla cueste lo que les cueste. Saben que su destino es trascendente, son colaboradores de los Dioses o el Dios de la vida. Ese es el valor último de su presencia en el planeta, su único sentido del vivir.
+ Ricardo "Ronco" Robles s.j.