Por más que el sexo sea aún más antiguo que la reunión en torno al fuego primigenio de los ancestros del ser humano, la civilización se encargó de atrincherarlo y ocultarlo en la más estricta intimidad de quienes lo practican, creando leyes, normas sociales, dogmas religiosos, convenciones morales y tabúes, en un deliberado intento por controlar ese acto intrínseco a la especie en el que, por principio, se pierden, como quien dice, los papeles.... Seguir leyendo en Blog Eros